sábado, 27 de diciembre de 2008

Prometeo y Pandora


Zeus no me deja dormir. Me persigue cautelosamente noche tras noche; me lo cruzo en cada vereda por la que camino, acompañado por mortales que tal vez no sepan quien es. Trata de decirme algo, pero no se escucha. Tal vez quiera un sacrificio de mi parte. Sé que está enojado.
Sé que sigue enojado, y tiene ganas de seguir castigándome a pesar de que no sabe que ya tengo elementos suficientes para pagar por el dolor que le causé.
Me mostró a la única mujer existente, similar a una diosa y yo la quise para mi, la necesité. Me la dio. La acepté… sin honra, pero con amor(sin timè, pero con eros). Junto con ella me envió la cantidad suficiente de pesares para recordarme a cada momento que falté a mi honradez y que lo lastimé por esa pérdida, por la cual sigue sufriendo, y ató a mi dios filántropo que era nuestro intermediario.
Cómo remediar mi relación con él, si mi dios filántropo está preso con un águila picándole el hígado para recordarle el mal que ha causado, la deshonra, la pérdida de timè por haberme entregado el secreto de la vida, la verdadera clave para vivir que solo Zeus poseía.